Que fue de Nuestra Cartagena???

Apenas acaba febrero, la compostura y tranquilidad clásica de Cartagena, con sus más de 20 mil habitantes, vuelve. Es tiempo en que los visitantes esporádicos, amantes de los vientos fríos y del oleaje de otoño e invierno, quienes pueden observar la antigua arquitectura de uno de los balnearios que durante los albores del siglo XX cobijó a la clase más aristocrática de Chile. Enormes casonas y una costanera que enfrenta a las olas embravecidas del Pacífico que mojan a descuidados transeúntes causando la risa de los que pasean, ahora, secos. Más allá en la Playa Chica se ubica el hermoso Castillo Foster, ideal para la foto. En la calle San Martín se pueden visualizar varios edificios destacables: La Casa Altazor, la de veraneo de Pedro Aguirre Cerda, la Casa Castillo y la Casa de Galerías. Además, destaca como patrimonio de Cartagena, la casa dónde el recordado poeta Vicente Huidobro, creador de la corriente lírica "creacionista", vivió buenos pasajes de su vida. Es justamente la presencia del artista la que aún perdura como uno de los orgullos de los cartageninos. Acá la belleza del mar trasciende las palabras lo que ha sido una especie de imán para escritores, pintores y amantes del océano. Ruta Patrimonial Debido a los notables atributos de Cartagena. Hace poco el Ministerio de Bienes Nacionales en conjunto con el municipio, inauguraron una Ruta Patrimonial que implica un paseo por gran parte de la ciudad. Se trata de una ruta urbana, diseñada para ser recorrida a pie o en bicicleta, dividida en dos tramos. El primero de ellos se denomina "Cartagena Centro" e invita a conocer el centro histórico de la ciudad, la zona de la Quebrada El Tranque y el circuito de Playa Chica. Sus hitos son la Parroquia Virgen Medianera de Cartagena, la antigua hospedería, las casas de la Avenida Cartagena, Casa de Galvarino, Gallardo Nieto, Villa Espinoza, Villa Ebner, Villa Urrutia, Villa Pardo, Villa Laureada y Villa Romero Aguirre. La segunda parte del recorrido lleva al denominado "Barrio Estación", compuesto por las Villas San Vicente y León XIII y la calle General Bulnes, donde entre otras cosas se puede visitar la antigua Estación de Ferrocarriles. El recorrido permite conocer los tres monumentos de la ciudad: la ya mencionada Estación de Trenes, la tumba de Vicente Huidobro que fue declarada Monumento Histórico en 1992 y el sector de la casa que habitó y que fue declarada zona típica el año 1999. En las cercanías se ubica también el Museo de Artes Decorativas Villa Lucía, una hermosa construcción del 1900 cuya estructura fue el hogar de Adolfo Couve, afamado pintor y escritor que se suicidó casi una década atrás. El lugar tiene una bella muestra de antiguos objetos y tiene, en sus exteriores, grandes panorámicas de Cartagena. El trayecto es una oportunidad para conocer también las caletas de pescadores aledañas, la Laguna de Cartagena un importante humedal con decenas de aves, así como es posible visitar la localidad campesina de Lo Abarca (imperdible el SPA de esta localidad en la Viña Casa Marín).

El Legado del Poeta

Desde la tumba de Vicente Huidobro se vislumbra el océano. En su lápida dice: "Abrid la tumba, al fondo de esta tumba se ve el mar". Mil significados en una sola línea que hacen reflexionar a los visitantes que encuentran este difícil punto de Cartagena luego de preguntar a cada vecino. Pinturas alusivas en las paredes y cerros ocres y con pocos árboles terminaron siendo la última morada terrenal del artista. Desde acá hasta la casa de Huidobro, ubicada a pocas cuadras de la Plaza de Armas y el borde costero han sido declarados como Zonas Típicas por el Consejo de Monumentos Nacionales. Ello le ha sido una revalidación para los habitantes de Cartagena que ahora ven a la riqueza de su historia como un potencial que recalca la identidad de Cartagena. La herencia de Huidobro sigue tendiendo beneficios para los amantes de este viejo poblado litoral. Hay que tener sólo un poco de ojo para ver porqué de Cartagena se enamora tanta gente, tanto en invierno como en verano. Un lugar a cuidar.

Por Jorge López Orozco